Ya entrados en confianza, el secretario general de Gobierno
Jesús Martínez Garnelo, responsable de garantizar la armonía en el estado, el titular
de Seguridad Pública y Protección Civil, Javier Lara Montellanos, y el
procurador de justicia Iñaki Blanco se lanzaron con todo contra las
"famosas" policías comunitarias, ante diputados locales en un reunión
privada.
De nada sirvió que recogieran celulares y sacaran a los
asesores de una comparecencia sin medios, porque alguien, quien seguramente se está
indagando quien fue, coló al mundo exterior todo lo que ahí se dijo. De esta
manera, nos revelaron que a los funcionarios les caen gordos los comunitarios e
hicieron gala de fobias y filias, con argumentos legales.
Los funcionarios tenían la obligación de reconocer que existe
un problema integral que va más allá de lo que sientan personalmente por estos
grupos, y que surgieron por la incapacidad del estado mexicano de garantizar la
protección y resguardo de los ciudadanos de un puñado de municipios del estado.
Expresiones, convertidas en públicas, como “la Ley 701 se ha
convertido en un caballo de Troya para Guerrero”, “mermar el crecimiento de las
famosas policías comunitarias” o que “la justicia indígena se utilizó en el siglo
XV, en la época medieval”, sólo cierran espacios para que continúe el diálogo, debilita
la construcción de acuerdos y ahonda la desconfianza, tal y como lo vimos en la
recién asamblea de la Unión de Pueblos y Organizaciones del Estado de Guerrero
(UPOEG), en la que sus miembros rechazan unirse a la Policía Rural, iniciativa
que tiene el Congreso del Estado en sus manos.
Sin duda, los policías comunitarios han cometido errores y
horrores, pero creo, con el debido respeto que me merecen, los funcionarios
debieron asumir posiciones no opiniones porque se llevaba a cabo un diálogo institucional
entre poderes del estado, el ejecutivo y el legislativo, independientemente del
carácter de la reunión.
Ahora hay que arreglar lo desarreglado y buscar que haya una
consulta con los pueblos, pero también hablar con los especialistas, los
constitucionalistas, los líderes sociales y de opinión, para que finalmente sea
posible la integración de las policías comunitarias en el esquema legal y
terminen las confrontaciones que ya aburren por la frecuencia en la que
ocurren.
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