¡Ay Abue…abue! Te nos fuiste. Hay
tristeza y mucha. Bueno hasta el cielo llora tu ausencia…pero que paradoja,
también estamos contentos. Viviste feliz. Nomás 101 años, en los que nunca perdiste
una sonrisa, una carcajada. Siempre fuiste mi segunda mamá, después de mi mama.
Nunca te olvidaremos, siempre estarás presente. Tenían razón mis amigos, cuando
te decían que eras la abuelita Rambo, por tu fuerza, optimismo y salud.
Alguna vez por la tarde, hace muy
poco, te pregunté cuál era la fórmula de tu longevidad, me viste a los ojos y seriamente
me contestaste: “No me enojo”. Debo reconocer que me quedé con el ojo cuadrado.
Tres palabras solamente. Nunca había aprendido tanto en una frase tan corta.
Tampoco interpreté que tu idea era mantenerse fuera de los problemas. Era tu
filosofía, tu modo de ser lo que te permitió gozar de la vida, la familia…de
todo.
Viviste lo máximo, y te fuiste en paz, en un
sueño… ¡y despertaste con Dios!
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