Si un puñado en hombres,
inspirados por Morelos, logró construir en 1813 una nueva nación en días, nosotros
tenemos todo…para transformar a sociedad, instituciones y recursos naturales. ¡No hay pretextos! ¡No
permitamos… que el ruido de nuestras diferencias, prejuicios y confrontaciones, apaguen la
energía social que juntos podemos lograr, para transformar a sociedad,
instituciones y aprovechar mejor nuestros recursos naturales!
¡No nos sentemos a contemplar el horror de la
violencia! ¡Ni esperemos a que nuestra biodiversidad se pierda para siempre! ¡A
que pobreza y la desigualdad sigan siendo parte de la normalidad! ¡Actuemos
juntos, cambiemos, renovemos nuestro compromiso y construyamos desde abajo, comunidades,
sociedad, partidos y gobierno, un pacto guerrerense que emancipe a nuestro
estado!
Vivimos el momento, no hay otro. Tenemos la
oportunidad histórica de acelerar la construcción de una sociedad más
igualitaria, vigorosa, participativa y democrática, de construir instituciones transformadas
por la eficiencia, la transparencia y la honestidad, y de recuperar los recursos
naturales que ya hemos perdido, de conservar los que todavía tenemos con
respeto y trabajando con las comunidades y la sociedad.
Los Sentimientos de la Nación, no solo son un
documento histórico, que obligadamente cada 13 de septiembre hay que leer. Son
fuente de inspiración para preguntarnos: ¿cómo le damos vigencia en el complicado
y cambiante mundo de hoy? Hoy, la independencia es democracia y la igualdad es
equidad.
1. El reto es la igualdad, que hoy a doscientos años, sigue siendo una tarea
inacabada. La igualdad de oportunidades es el reto que tenemos como sociedad y
gobierno. El de generar y movilizar más recursos a los que menos tienen.
Igualdad significa generar una democracia efectiva, en lo electoral, en lo
político y en lo social. Igualdad, en la que nos reconozcamos como mexicanas y
mexicanos unidos por un objetivo común: el bienestar de la nación y de nuestro
estado.
Que todos los pueblos, no importan lo alejados o
cercanos que estén, se sientan protegidos por las instituciones…no aislados ni
temerosos. Que los jóvenes reciban una educación de calidad, igualitaria y
revolucionaria, no importa si se trata de una escuela en la Sierra, en la
Montaña o en Acapulco, digámosle no a una educación que reproduzca la
desigualdad. Que las mujeres ganen el mismo salario que los hombres por el
mismo trabajo y vivan sin violencia, ni discriminación.
2. El reto es la soberanía, que dejó de significar el no obedecer a otras
naciones, sino que nuestra voz sea escuchada por todos los países e interactuar
hábilmente con el exterior para aprovechar mejor las oportunidades que existen
en cada rincón del planeta, pero también representa la soberanía del individuo,
que incluye los derechos humanos y las libertades fundamentales de cada
persona.
3. El reto… es la división de
poderes, de cómo fortalecemos el sistema de pesos y contrapesos. Recordemos
que un mal funcionario, lo es y lo hace porque puede hacerlo impunemente. No
olvidemos que los poderes públicos y niveles de gobierno tienen atribuciones
limitadas y depende de los otros para poder funcionar. Construyamos un sistema
eficaz de pesos y contrapesos que nos obligue a todos a cooperar y a funcionar
armónicamente.
4. El reto… es un gobierno liberal, que respete y haga respetar
la ley, que promueva la equidad y la justicia social, que anteponga la libertad
individual a la decisión gubernamental. Un régimen que ayude a los ciudadanos a
desarrollarse sin limitaciones ni cortapisas, porque son el motor de la
prosperidad.
El impuesto que sí debemos eliminar es el de la
pobreza, la pobreza que se impone en todas sus formas: la alimentaria, la de
capacidades y la de patrimonio. La pobreza no la debemos atacar con
conmiseración ni con dadivas y despensas. La debemos erradicar con empleos,
educación, salud y oportunidades.
Si ellos lograron lo que hicieron, hace doscientos
años, guiados por los principios y valores de un extraordinario hombre que
desdeñó que lo llamaran Alteza Serenísima y prefirió que sólo lo llamaran el
Siervo de la Nación, en un acto de extraordinaria humildad y congruencia con su
apostolado… ¡Nosotros también podremos!
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