Friday, September 13, 2013

BICENTENARIO I



 
Nunca se imaginó José María Morelos y Pavón hasta donde llegaría, desde que se encontró con el cura Miguel Hidalgo y Costilla en el pueblo de Charo para unirse a la causa independentista, a un mes de que éste gritara el llamado a la rebelión en la madrugada del 16 de septiembre de 1810 en una iglesia de Dolores Hidalgo. Morelos supo que pasaría por allí, se puso en medio del camino y lo detuvo. 
El jefe insurgente andaba a las carreras y no tenía tiempo. Aún así le dijo: “Si quieres seguirme, vete a insurreccionar el Sur” y le dio un “modesto” cargo: General de los ejércitos americanos para la conquista y nuevo gobierno de las provincias del sur, con autoridad bastante. Le contestó: “no espérame, sólo quiero ser capellán de la insurgencia”. Pero como dice el dicho: “Donde manda capitán no gobierna marinero”, entonces Morelos apechugó y de ahí, nadie lo paró por dos años y pico.
Batalla tras batalla, Morelos creció, creció y se convirtió en leyenda. Bueno, incluso Napoleón Bonaparte dijo alguna vez: “Dadme 3 Morelos y conquistaré el mundo.”  Veladero, Tixtla, Cuautla, Huajuapan. Orizaba, Oaxaca, Acapulco, Tecpan, Chilpancingo, Chilapa, Tenancingo y Cuernavaca fueron ejemplos de la proeza militar de Morelos. Pero momento, ¿de dónde sacó lo militar? si no tenía antecedentes en el manejo de la guerra y las armas. Le costó una década aprender a leer y a escribir. Y de chavo fue arriero y de grande cura. ¿Entonces?
Sí, estoy convencido, fueron la fuerza de las ideas y el compromiso social inspirado por la gente desposeída el combustible que encendió a Morelos y lo hizo pasar de cura a generalísimo.
Paralelamente, los jefes insurgentes creyeron que debían tener un centro de autoridad que organizara la lucha y funcionara como gobierno. Y constituyeron la Junta de Zitácuaro, con Ignacio López Rayón a la cabeza y quién mantenía la idea de construir en el territorio independiente un gobierno propio, y al mismo tiempo… ¡jurar su lealtad al Rey de España, Don Fernando Séptimo!  
¡Ah no, como crees! Oigo decir a Morelos, quien le escribió: “No permitiré dictadores ni reyezuelos improvisados”. Morelos quería una independencia total de España, una república con tres poderes, un gobierno liberal y democrático, igualdad, democracia, y prohibir la esclavitud, la tortura, las castas y los tributos a los indígenas…y decidió, ¿Qué creen? ¡Hacer su propio Congreso!
Y así fue. El 11 de septiembre de 1813 en el pueblo de Chilpancingo, habiéndole concedido antes el título de Ciudad, se reunieron nueve diputados constituyentes, electos en los territorios novohispanos, para instalar el Primer Congreso de Anáhuac el 13 del mismo mes, mismo año…hace 200 años exactamente, y que hoy celebramos con orgullo.
Y me dirá alguien por all: ¿Porque es tan importante celebrar el Primer Congreso de Anáhuac y los Sentimientos de la Nación?
Porque fue el primer Congreso que tuvo el país, cuyos integrantes decretaron el acta de la independencia de México y le dio identidad a nuestro país. Porque surge por primera vez en nuestra historia el Poder Legislativo, el Poder Ejecutivo y el Poder Judicial, que debían actuar divididos y en cuerpos compatibles.
Porque de hecho, y las actas del Congreso así lo demuestran, José María Morelos y Pavón fue el primer presidente de México, elegido por los constituyentes… ¡y en una iglesia, que fue palacio nacional! Porque surgen los tribunales para defendernos contra el fuerte y arbitrario.
Porque decretó la prohibición de la esclavitud y la distinción de castas, 50 años antes de que lo hiciera Abraham Lincoln. Porque se establece el respeto a la libertad económica y la propiedad privada. Porque se establecen los derechos humanos y las aspiraciones del pueblo oprimido por la pobreza.
Los Sentimientos de la Nación y el Primer Congreso de Anáhuac representan la síntesis de lo que queremos para México y para Guerrero: independencia, soberanía, libertad, derechos humanos, división de poderes, igualdad,  democracia, justicia, honestidad y progreso. Y como no hemos logrado todo lo que idearon aquellos hombres…tenemos mucho por hacer.
 

 

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