No hay nada más ingrato, que
salir a la calle sin desayunar, porque no rindes igual, pierdes concentración y
energía. Te sientes mal, en pocas palabras. Ahora, ¿podrías imaginar lo que
viven 12 millones de mexicanos que no tienen el ingreso suficiente para comprar
la canasta básica de alimentos, que no desayunan, que mal comen y que tal vez,
se vayan a la cama sin cenar?
En casi 400 municipios del país, la
mayoría de la población vive en la pobreza extrema y no tiene acceso a los
alimentos. Pero el hambre no es un fenómeno lejano, que afecta sólo a los indígenas
rarámuri en la sierra de Chihuahua o a los tzotziles en los Altos de Chiapas.
También es una realidad en Acapulco, que es el municipio urbano con el mayor
número de pobres alimentarios del país.
Difícil creer que uno de cada cuatro
habitantes de Acapulco no le alcanza para comprar comida y alimentarse bien.
Costaría trabajo pensar, que la bahía más hermosa del mundo es también la casa
de miles de familias, que viven además el horror de la violencia, la extorsión
y el secuestro.
Y ha sido Acapulco, junto con el
municipio de Mártir de Cuilapa, en el estado de Guerrero, los escenarios piloto
para emprender la Cruzada Nacional contra el Hambre, que es el instrumento medular
del gobierno federal en las estrategias de combate contra la pobreza, dirigidas
a zonas rurales y urbanas.
La articulación ordenada y
sistemática de las políticas y recursos de los tres niveles de gobierno con la
Cruzada Nacional contra el Hambre y la experiencia que se acumule, serán pauta para
reproducir en 398 municipios del país un diseño que despierte un sentido de
equidad, que no serán suficientes sin la participación de la sociedad, una nueva
legislación y el involucramiento permanente de los beneficiarios.
La fórmula: menos hambre es igual
a menos pobreza extrema, y por tanto, una nueva economía solidaria.
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