Sunday, October 06, 2013

POZO

 


Como siempre, después de ahogado el niño, a tapar el pozo. Y tanto es así, que somos expertos en rellenar hoyos y esconder el polvo debajo de la alfombra. Sabemos reunir víveres, organizar colectas, reconstruir caminos y puentes, ordenar investigaciones, y que bueno. Pero somos tan malos en evitar, mitigar, corregir y compensar los impactos de las tragedias humanas y naturales.

Decía un hispanista con justa razón que "quien no conoce su historia está condenado a repetir sus errores", y la devastación que se nos vino encima con la tormenta Manuel es el mejor ejemplo de lo que hablo. No podemos esperar siempre que se presenten las tragedias para que gobierno y sociedad actúen. Porque las tormentas, temblores, conflictos y muertes pasan todos los días.

Las tragedias anunciadas, por medio de avisos y alertas, pueden ser reducidas en la medida que la acción pública y social sea más enfocada a la prevención y no en la aceptación y defensa de los intereses económicos y particulares. Mi propio hermano con su familia se convirtió en un damnificado por tercera ocasión por vivir en una vivienda construida en una zona inundable…que autorizó un hijo de su chingada madre y que otro más, no le avisó que venía el diluvio.

La muerte de decenas de vidas en la Pintada, Atoyac, se pudo evitar si la autoridad hubiese identificado el riesgo de la ladera inestable en la que habitaban y por tanto salvar vidas humanas…pero no fue así. Las casas que se inundaron en Tixtla, pudieron haberse protegido mejor si se hubiera materializado la histórica promesa de resolver el problema del drenaje, que todos los candidatos ofrecen… pero que nunca cumplen.

Ya el gobernador Ángel Aguirre Rivero se preguntó si los proyectos de los puentes y encauzamientos sobre los Ríos Coyuca, Papagayo, Balsas y Huacapa, así como la Autopista del Sol estaban diseñados sólidamente para enfrentar crecidas y presiones hidráulicas mayores. Ahora falta que alguien le conteste al mandatario.     

Desde hace muchos años, se ha dicho que el cambio climático es una realidad, pero no está en la agenda de los funcionarios, quienes están más preocupados en justificar si alertaron o no a la población de los efectos de la tormenta Manuel, fenómeno que por cierto decidió estacionarse un par de días más en el territorio guerrerense y que explica el grado de la histórica catástrofe.

La tormenta golpeó a Guerrero, pero destruyó a los pobres. Ninguna entidad por encima de nuestro estado, dejó una economía, infraestructura e industria tan devastada como la nuestra. Los pobres son, como siempre, lo más afectados.

¿Qué sigue? ¿Reconstruir lo destruido? ¿Seguir con las justificaciones? En un momento, puede que no tenga palabras que escribir. Porque la devastación ha sido tan inmensa en Guerrero, que borró en tres días lo que nos llevó construir en tres décadas. Lo que sí puedo decir, es que el gobierno no puede sólo con el paquete. Es necesario un verdadero dialogo entre los actores de la gestión pública, social y privada para rectificar, corregir, mejorar, mitigar… porque lo que viene, será cada día más difícil y por siempre incierto. 

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