Como siempre, después de ahogado
el niño, a tapar el pozo. Y tanto es así, que somos expertos en rellenar hoyos
y esconder el polvo debajo de la alfombra. Sabemos reunir víveres, organizar
colectas, reconstruir caminos y puentes, ordenar investigaciones, y que bueno.
Pero somos tan malos en evitar, mitigar, corregir y compensar los impactos de
las tragedias humanas y naturales.
Decía un hispanista con justa
razón que "quien no conoce su historia está condenado a repetir sus
errores", y la devastación que se nos vino encima con la tormenta Manuel
es el mejor ejemplo de lo que hablo. No podemos esperar siempre que se
presenten las tragedias para que gobierno y sociedad actúen. Porque las tormentas,
temblores, conflictos y muertes pasan todos los días.
Las tragedias anunciadas, por
medio de avisos y alertas, pueden ser reducidas en la medida que la acción
pública y social sea más enfocada a la prevención y no en la aceptación y
defensa de los intereses económicos y particulares. Mi propio hermano con su
familia se convirtió en un damnificado por tercera ocasión por vivir en una
vivienda construida en una zona inundable…que autorizó un hijo de su chingada
madre y que otro más, no le avisó que venía el diluvio.
La muerte de decenas de vidas en
la Pintada, Atoyac, se pudo evitar si la autoridad hubiese identificado el
riesgo de la ladera inestable en la que habitaban y por tanto salvar vidas
humanas…pero no fue así. Las casas que se inundaron en Tixtla, pudieron haberse
protegido mejor si se hubiera materializado la histórica promesa de resolver el
problema del drenaje, que todos los candidatos ofrecen… pero que nunca cumplen.
Ya el gobernador Ángel Aguirre
Rivero se preguntó si los proyectos de los puentes y encauzamientos sobre los Ríos
Coyuca, Papagayo, Balsas y Huacapa, así como la Autopista del Sol estaban
diseñados sólidamente para enfrentar crecidas y presiones hidráulicas mayores. Ahora
falta que alguien le conteste al mandatario.
Desde hace muchos años, se ha
dicho que el cambio climático es una realidad, pero no está en la agenda de los
funcionarios, quienes están más preocupados en justificar si alertaron o no a
la población de los efectos de la tormenta Manuel, fenómeno que por cierto decidió
estacionarse un par de días más en el territorio guerrerense y que explica el
grado de la histórica catástrofe.
La tormenta golpeó a Guerrero,
pero destruyó a los pobres. Ninguna entidad por encima de nuestro estado, dejó
una economía, infraestructura e industria tan devastada como la nuestra. Los
pobres son, como siempre, lo más afectados.
¿Qué sigue? ¿Reconstruir lo
destruido? ¿Seguir con las justificaciones? En un momento, puede que no tenga palabras
que escribir. Porque la devastación ha sido tan inmensa en Guerrero, que borró
en tres días lo que nos llevó construir en tres décadas. Lo que sí puedo decir,
es que el gobierno no puede sólo con el paquete. Es necesario un verdadero
dialogo entre los actores de la gestión pública, social y privada para
rectificar, corregir, mejorar, mitigar… porque lo que viene, será cada día más difícil
y por siempre incierto.
No comments:
Post a Comment