El pasado 28 de abril el
gobernador Ángel Aguirre Rivero promulgó las reformas y adiciones a la
Constitución Política del Estado, después de que los diputados locales la
sometieron a un riguroso análisis, la abrieron al escrutinio de la población y
la aprobaron por unanimidad con cambios que la hacen novedosa, moderna y ampliamente
democrática.
Fueron varios los gobernadores
que intentaron sin éxito reformar a nuestra carta local, que en 97 años de
vigencia había sido parchada, un año sí y el otro también, con más de cien
modificaciones, que la hacían desfasada, incompleta y deficiente. ¿Tenemos ahora
una nueva constitución? No, es la misma de 1917, pero ahora se le hizo una Gran
Reforma, que hace suyas los cambios que aprobó el Congreso de la Unión y que retoma
las aspiraciones por un futuro mejor.
Largo sería enumerar los avances
que se lograron con la gran reforma constitucional guerrerense: Derechos
humanos, reconocimiento a los pueblos afro mexicanos, órganos del estado que
son autónomos e independientes del gobernador, una fiscalía general que se
pondrá de lado del ciudadano, ya no del mandatario en turno, revocación del
mandato, máxima transparencia del ejercicio de gobierno y una amplia rendición
de cuentas.
Los partidos están obligados a
presentar candidatos a diputados locales y presidentes municipales, mitad
mujeres, mitad hombres, además que tendrán que rendir cuentas del dinero que
reciben del pueblo.
Los guerrerenses tenemos hoy una
constitución ciudadana, democrática, incluyente, realista, actualizada y
pensada con un sentido social. Ahora, lo que viene es que la gente de Guerrero
la hagamos nuestra, la sintamos nuestra y que nos identifiquemos con ella.
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