Les voy a contar la historia de una carretera que se construyó con un propósito que tenía el gobernador José Francisco Ruiz Massieu: convertir a Acapulco en un destino de fin de semana. Sin embargo, a la vuelta de la esquina la Autopista del Sol comenzó a tener dificultades por mala planeación y por el diseño de la vía.
Derrumbes, hundimientos, fracturas y un largo etcétera propiciaron que cuantiosos recursos presupuestales se le invirtieran todo el tiempo para mantenerla más o menos transitable. Lo que finalmente la convirtió en la autopista más cara de México. Y Acapulco, por lo tanto, siguió siendo un destino turístico de temporada o de puentes largos.
Pero como dice el dicho, no hay mal que por bien no venga. En septiembre pasado nos cayó la tormenta Manuel que destruyó túneles, puentes y la propia vía que hizo que miles de turistas quedaran varados en Acapulco por varios días. Inmediatamente el presidente Enrique Peña Nieto ordenó que se condonara el pago de las casetas y hasta hoy se mantiene un descuento del 50 por ciento.
Tal decisión presidencial, logró que no sólo Acapulco, también Ixtapa Zihuatanejo y las playas de las costas Chica y Grande volvieran a ser destinos de fin de semana.
Por eso el llamado atento y respetuoso que hago al presidente Peña Nieto, es que se fije el costo actual de las casetas de la autopista del sol como actualmente se tiene. Hacerlo, redundará en el florecimiento de un destino que se venía apagando poco a poco y que hoy está de regreso.
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