Dicen, que después de la tormenta, viene la calma.
Pero en Guerrero, este dicho tan popular y sabio, simplemente…no se aplica. A casi
5 meses, que cayera sobre nosotros, el peor fenómeno meteorológico en la historia
del estado de Guerrero…la tragedia sigue.
Ahora, ya nos son las precipitaciones, que inundan los
hogares de miles de familias guerrerenses, ni deslaves que desaparecen a
pueblos enteros… Lo que se abate sobre nosotros, es la negligencia humana…que
es mil veces peor. Y ésta no se oculta, ni se diluye…con el favor de una
renuncia. Ni con los enredos verbales con los que se atora el contralor. Aquí, lo único que sí vale…es que se aplique
la ley, simple y llanamente.
Si con las investigaciones que se realizan, existen
elementos para fincar responsabilidades penales…no hay ningún motivo para darle
vuelta al asunto. Lo que se trata… es lavarle la cara a un estado, que quedó
ensuciado por funcionarios deshonestos e insensibles que se alejaron de la
ética de la responsabilidad.
Que echaron a perder cientos de víveres, que se
pudrieron y terminaron siendo alimento…no para las familias que todavía los
necesitan…pero sí para las ratas…¿Que pensaran los miles de mexicanos que
compraron víveres para donarlos, con la certeza de que llegarían hasta su
destino?
¿Qué dirán los niños? que les pidieron a sus padres
que no dejaran de comprar en los supermercados alimentos, agua embotellada y
medicinas para llevarlos a los centros de acopio. ¿Cómo podremos ahora
recuperar la confianza de los mexicanos?...si todavía leemos que en Guerrero
nos justificamos y minimizamos los hechos. ¡Por favor! No se puede defender lo indefendible. En este
caso, no se puede argumentar nada, que no sea…el pedir perdón y aplicar la ley.
Pedir perdón, porque no fuimos consecuentes con la
generosidad del pueblo mexicano. Pedir perdón, porque miles de guerrerenses
están --en estos momentos-- al borde de la hambruna y de la crisis alimentaria,
ya que se perdieron miles de hectáreas de cultivo de temporal.
Pedir perdón, porque nuestro estado fue el primero en
la república, donde se anunció la Cruzada Nacional contra el Hambre.
Ahora, a quienes tienen la responsabilidad delegada
por un pueblo soberano, es pedir perdón y rectificar cuando se mete la pata. Lo
que pasó con el asunto de las despensas, va mucho más allá, que castigar a unos
malos, pésimos funcionarios. En este penoso tema, se debe profundizar en las
investigaciones, no delimitarlo en uno, dos o tres almacenes únicamente.
¿No será que lo encontrado fue solamente la punta del
Iceberg? ¿No habrá otros que guarden en sus casas más despensas echándose a
perder, o que estén esperando a utilizarlas con fines políticos y electorales?
Este penoso tema, no termina enjuiciando a unos, con
la firme vara de las leyes. Aquí, lo hay que enjuiciar, es a todo un sistema de
complicidades e impunidades que lo permite. A un sistema que no es
transparente, ni rinde cuentas a nadie. Aquí, lo que hay que hacer, es como
vamos a impulsar los cambios legislativos, políticos, legales y administrativos
para evitar que nunca más se vuelvan a repetir actos tan ruines como el que nos
ocupa.
Aquí, lo que se trata, es como vamos a cambiar al
individuo que movido por intereses, por ambiciones o por ignorancia, hace cosas
tan detestables y condenables. Y cuando lo hayamos logrado, podemos decir con
convicción, que hemos transitado a nueva etapa en la historia de Guerrero.