Ayer sábado, tomé la decisión con
mi familia de darle gracias al Padre Jesús de Petatlán. Alrededor de 3 horas y
media nos tomó llegar al santuario que alberga el doliente cristo que carga su
cruz para agradecerle por los favores recibidos. Y puedo decir, que ya nos
cumplió nuestro primer milagro: Regresar sanos y salvos a casa.
Y es que no es para menos. La
delincuencia se ha disparado como nunca. Ya no vimos familias sentadas en los
corredores de sus casas disfrutando el café de Atoyac o una chelita, ni
comercios abiertos a las seis de la tarde en los pueblos de Papanoa, San Luis
La Loma y San Luis San Pedro. Ya no estaban los jóvenes jugando basquetbol en
las canchas, ni las tradicionales fiestas bajo las palapas con grupos musicales
que antojan detenerse para echarse una bailada y un vaso de tuba.
Nada. Sólo vimos el cuerpo de un
pobre hombre acostado sobre la carretera, que estaba esperando la llegada de un
agente ministerial que diera fe de su muerte.
Así las cosas en la Costa Grande,
mientras que al otro lado, en la Costa Chica, los lugareños rompieron el miedo
y se unieron para perseguir, detener y hacer justicia por su propia mano a los
maleantes. El pueblo se cansó y tomó la seguridad en sus manos.
El gobierno se dice sorprendido y
sólo les lleva despensas y promesas. Otros, que ignoran el sentir de los
pueblos dicen que están fuera de la ley. La realidad es que las acciones de
autodefensa armada ya surtieron efecto: en 10 días eliminaron el 100 por ciento
de los delitos en Ayutla con la detención de 44 personas, entre halcones,
vendedores de droga y jefes de plaza. Bueno, incluso, los ciudadanos ya
hicieron hasta una base de datos de delincuentes en Tecoanapa.
Pero finalmente, lo que todos
esperamos que pase, es que los comercios vuelvan a abrir, las canchas se llenen
de jóvenes haciendo deporte, que las fiestas se oigan nuevamente y que las
familias vuelvan a disfrutar una tarde placentera en los corredores de sus
casas.
Twitter: @RAlvarezHeredia
No comments:
Post a Comment